Piedra en seco 2

 

Ribazos de lomo de gato

Las estructuras de piedra en seco presentan una gran variabilidad, resultado de la adaptación al uso previsto, el tipo, tamaño y características mecánicas de las piedras, la moda o costumbres locales, el estilo más o menos diletante o profesional del equipo, las preferencias del promotor, …

En el centro de la provincia de Valencia es posible ver un tipo de ribazos desconocido para nosotros en otras zonas y que en Cheste se atribuyen directamente a la invención de un ilustre ribacero, Facundo Sánchez. No voy a ser yo quien cuestione esa autoría intelectual, aunque sí apuntaré que en Chiva, el pueblo más cercano, podemos encontrar a otro reconocido padrino, el también ribacero Octavio Sánchez, quizá discípulo de aquel.


Hablamos de un tipo de ribazos, los llamados de lomo de gato, de los que hay algunos kilómetros desperdigados por la zona, casi siempre en relación a la delimitación de un servicio público: algunas carreteras de la red provincial, en el barranco de Urrea, en Soroca, y un corto etcétera.

Son muros de piedra en seco a dos caras realizados con piedra caliza mediana trabajada careada a mazo. La altura varía con el terreno, claro, pero el ancho suele rondar el metro de espesor y las caras presentan alambores que no alcanzan el 5%.

En los ribazos a dos caras el problema más importante es el remate, puesto que en la parte superior del muro no contamos con la presión que mantiene la estabilidad de las piezas. Así que es imprescindible unir las dos hojas de la mampostería para evitar que se separen del núcleo de ripio y con ello el muro se desmorone. La solución más frecuente es realizar una albardilla con piezas tan largas o más que el ancho del muro. Por lo general se ponen de plano, pero en muchas zonas estas piezas se colocan de canto, verticales u oblicuas, o se eligen especialmente grandes e irregulares, quizá para mejor control del ganado. Muchas veces el problema es encontrar piezas lo bastante grandes, homogéneas y en abundancia para cumplir la tarea a un coste razonable.

El sistema empleado en los muros de lomo de gato, en cambio, consiste en disponer un remate en forma de medio bocel formado por piedras labradas más o menos en forma de pirámide pero en todo caso muy parecidas a la generalidad del muro, de forma que las dos caras se van incurvando hacia adentro hasta encontrarse adoptando esa  forma de medio círculo, y esto es suficiente para mantener la estabilidad y funcionalidad de la obra, además de resultar elegante.

No parece una técnica practicada por aficionados, ni mucho menos, a juzgar por homogeneidad del despiece, la regular talla y la limpieza de la ejecución. Tampoco es fácil de restaurar y requiere mucha práctica, puesto que tratar de replantear el remate de una forma eficiente es todo un reto.

También se denomina de la misma forma a una albardilla realizada con piezas labradas en medio bocel utilizadas para rematar pretiles en puentes y otros parapetos, tan anchas como todo el muro, pero en este caso hablaríamos de obras de mampostería recibida o de sillarejo con mortero y no en seco.

Paco Blay